Diario de Santa Faustina, 163; 3
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Diario de Santa Faustina, 163; 3
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
DIARIO DE SANTA FAUSTINA, 163; 2
Deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti, oh Señor. Que este más grande atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo.
DEL DIARIO DE SANTA FAUSTINA, 1827
Hoy mi alma se prepara para la Santa Comunión como para un banquete de bodas en que todos los participantes lucen una belleza inexpresable. Y yo también estoy invitada a este banquete, pero no veo en mi esta belleza, sino un abismo de miseria. Y aunque no me siento digna de sentarme a la mesa, sin embargo me deslizaré por debajo de la mesa, y a los pies de Jesús mendigaré al menos las migas que caigan debajo de la mesa.
Conociendo Tu misericordia me acerco a Ti, Jesús, porque antes faltará mi miseria que se agote la piedad de Tu Corazón.
Diario de Santa Faustina, 161; 2
Oh Madre, Virgen, nadie comprenderá,
que el inmenso Dios se hace hombre,
solo por amor y por su insondable misericordia.
A través de Ti, oh Madre, viviremos con Él eternamente.
Oh María, Virgen Madre y Puerta Celestial,
a través de Ti nos ha llegado la salvación,
todas las gracias brotan para nosotros
a través de Tus manos,
y me santificará solamente un fiel seguimiento de Ti.
Diario de Santa Faustina, 161; 3
Oh María, Virgen, Azucena más bella, Tu Corazón fue el primer tabernáculo para Jesús en la tierra, y eso porque Tu humildad fue la más profunda, y por eso fuiste elevada por encima de los coros de los ángeles y de los santos.
Oh María, dulce Madre mía, Te entrego el alma, el cuerpo, y mi pobre corazón, sé Tú la custodia de mi vida, y especialmente en la hora de la muerte, en el último combate.