DIVINA MISERICORDIA
Oh Dios, que nos
sanas de nuestras miserias:
Tú pones la mesa de tu Hijo
no solamente para un grupito selecto de
seguidores,
sino para todos: para los enfermos y para los
que sufren,
para los débiles y los que viven en forzosa
soledad.
Que en todas nuestras comunidades
asimilemos y hagamos nuestros
los sentimientos de Jesús:
su amor sin límites, su bondadosa aceptación
de la gente,
su espíritu abierto para compartir y para
curar.
Enséñanos a preparar la mesa de nosotros
mismos
para que otros la compartan,
como hizo Jesús, Hijo tuyo y hermano nuestro,
que vive contigo, y permanece con nosotros,
ahora y por los siglos de los siglos.